ÁMBITO VÍCTIMAS Y
JUSTICIA TRANSICIONAL
De manera específica, bajo este ámbito se apoyan dos líneas principales:
- Fortalecer la institucionalidad del Sistema Integral para la Paz para que garantice la atención integral no revictimizante con respuestas oportunas y eliminación de barreras para el acceso de las mujeres víctimas a la verdad, justicia, reparación integral y garantías de no repetición frente a las VBG sufridas. Entre las estrategias priorizadas se busca promover que las y los funcionarias/os activen los mecanismos creados para prevenir riesgos, proteger su integridad, así como agilizar los tiempos de respuesta frente a sus requerimientos de la reparación integral, y garantizar que no vuelvan a pasar por los hechos que las han victimizado.
- Contribuir con acciones de tipo afirmativo que promuevan el empoderamiento de las mujeres víctimas a partir de la generación e impulso de estrategias que fortalezcan sus conocimientos frente a sus derechos y su acceso a los mecanismos de verdad, justicia y reparación integral.
Celeni: Donde habita la ausencia, florece la resistencia
Celeni creció en La Esperanza, una vereda del Carmen de Viboral que, a pesar de su nombre y su tradición cerámica reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial, carga una historia profunda de dolor y desaparición. Allí, en medio de las montañas antioqueñas, la violencia irrumpió hace más de 29 años para quedarse. Entre junio y diciembre del año 1996, el Ejército y las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio desaparecieron a 12 personas, entre ellas el padre y el tío de Celeni, así como tres niños que nunca volvieron a casa.
Desde entonces, su madre, convertida en buscadora incansable, tejió cada día con el hilo de la persistencia y la dignidad. Sin proponérselo, fue su mayor maestra. Con su ejemplo silencioso y firme, le enseñó a Celeni a exigir verdad, justicia y a reivindicar la memoria de su padre como un acto de resistencia. Así, Celeni fue construyendo su identidad entre la ausencia y el amor, entre el dolor heredado y el deseo de transformar esa herida en acción.
La búsqueda se volvió parte de su vida, pero también lo fue el anhelo de romper el ciclo del silencio. Por eso, desde joven, encontró en la lectura, la escritura y los procesos comunitarios de memoria un camino para no olvidar. Inspirada por su madre y acompañada de su comunidad, ha promovido espacios de diálogo intergeneracional que conectan a las juventudes con la historia del territorio, permitiendo que las voces del pasado no se pierdan y que nuevas narrativas puedan germinar.
Junto a su madre, y con el apoyo de un proyecto respaldado por el Fondo, Celeni impulsó el arte, tan reconocido en su tierra natal, como un lenguaje sanador. A través de la danza, el movimiento y la expresión corporal, han logrado transformar el dolor en creación, llevando un mensaje poderoso a su comunidad: el cuerpo también es memoria y habitarlo desde el cuidado también da dignidad.
Este proceso no solo ha contribuido a sanar individual y colectivamente, sino que ha generado puentes entre generaciones. Jóvenes vinculados con las víctimas han encontrado un espacio para expresarse, al igual que personas adultas han abierto las puertas para nuevas conversaciones sobre el pasado y el presente.
Sin embargo, Celeni también ha comprendido que tiene derecho a soñar con una vida propia. Ha empezado a trazar su propio camino más allá de la lucha por la desaparición forzada, sin culpa, con libertad. Sueña con estudiar una maestría en el exterior, habitar otros lugares, difundir su mensaje, fortalecer su proyecto de vida y regresar para seguir acompañando los procesos de memoria en su comunidad.
Junto a su madre lidera la Biblioteca Rural Itinerante en la vereda, un espacio para escuchar, leer y reconstruir la historia desde las voces del territorio. Y aunque el camino ha sido largo y doloroso, también ha traído avances. En 2021, tras conocer la sentencia condenatoria contra Ramón Isaza, relacionado con el Caso de la vereda de la Esperanza en el marco de Justicia y Paz sintieron un poco de alivio y fuerza para seguir.
“Saber que existe una ruta para encontrar a nuestros familiares nos da fuerza para continuar, sin olvidar la importancia del cuidado: de sí, de los otros y del territorio”, afirma Celeni.
Ella es más que hija y sobrina de tres desaparecidos. Es una voz que no se rinde, una mujer que transforma el dolor en memoria viva y una sembradora de esperanza en tierras marcadas por la ausencia.

El Fondo reconoce la fortaleza y la labor titánica que realizan las mujeres buscadoras, que como Celeni tienen entre sus propósitos de vida, encontrar respuestas sobre lo sucedido con sus seres queridos y obtener justicia; al mismo tiempo que busca posicionarse ante la vida más allá del dolor de ser víctimas, y continuar con sus vidas a partir de la construcción de nuevos caminos resilientes que les permita avanzar con sus sueños personales y colectivos.